
“Entiendo que Claudia Llosa es Comunicadora y no Antropóloga. Que ha estudiado guión en Nueva York y trabajado como publicista en Barcelona y me parece muy bien que se haya animado a incursionar en el cine, más todavía porque al cine peruano le hace falta “refrescarse”. Renovarse. Muy bien. Que “Madeinusa” es una ficción y no un documental. De acuerdo. No obstante, a pesar de saber que nada de lo plasmado en “Madeinusa” existe; o, dicho de otra manera: todo lo plasmado en aquel film es producto del imaginario de la directora y guionista, el entorno empleado tiene ya en nosotros respuestas que despiertan con tan solo ver las locaciones serranas, y esas respuestas friccionan con lo planteado por Claudia Llosa. Estoy de acuerdo en que una película es una visión particular sobre algo; quizá ésta haya sido planteada como plataforma o mecanismo de interacción de cuestiones y motivaciones y temores de su creadora, pero aún así me quedo con la sensación de que instalar aquellas “motivaciones” en el Ande, no fue tan novedoso como impostado. Simplemente percibo que algo no termina de cuajar. Ojo, la película, en sí, tiene bastantes logros de orden estético: un inteligente manejo lumínico (más todavía en exteriores), un vestuario que hablaba por sí solo, incluso algunos recorridos de cámara interesantes (más durante los momentos dinámicos), y actuaciones bien logradas, etc. Sin embargo me parece que el tratamiento es demasiado citadino. Que hubo mucho de “rascacielos” tropezándose entre “chozas”. Que hubo un impacto (no un encuentro) de situaciones propias de las tragedias y alegorías griegas y romanas (los bacanales), de los conflictos freudianos (la ira, la envidia y el deseo como móviles congnoscitivos) y aun edípicos con la inocencia y lo fúnebre del rico mundo imaginario de los Andes del Perú; que si bien no lo conocemos del todo, al menos sabemos reconocer lo que a éste le ha sido impuesto en “Madeinusa”. Siento (y repito este verbo para recordar lo personal de mi visión) que “Madeinusa” es un pueblo fantasma que nunca termina de ser aceptado en el Ande y con eso, consigue que nuestro acercamiento, a esa ficción, sea algo artificioso, con consciencia de la irrealidad a que se nos somete, y no una suave transición entre esa forma de realidad y la “verdadera” realidad que uno cree conocer. Finalmente, y esto quizás corresponda más a cuestiones de corte argumental, nunca llega a provocar ese delgado sonido semejante a un “clic” (“delgado sonido” en sentido figurado, por parafrasear creo que a Flaubert cuando hablaba acerca del final de una historia) con que se da por cerrado en forma adecuada un metafórico cofre de mesa.”
Me he estado acordando de ti y de todo lo que debes de estar disfrutando en este festival. Los ganones también seremos nosotrs que leeremos tus reseñas.
Que puedo decir, Oscar, tan sólo que de ese extraño sabor que deja Madeinusa, dan fe las horas de conversación y las botellas vacías. Saludos.
Magda bella, me alegra tenerte por acá. Todavía sigo buscando ese cuento al que le hiciste un interesante estudio semiótico.
Anto, el silencio lo dice todo.
No he tenido oprtunidad de ver el filme, pero la crítica que haces me hace retomar la sospecha que ya tenía sobre esta cinta. Esta sospecha se basa en un consejo muy simple que alguna vez un buen maestro me dio: Tu eres de Lima, ¿no? (Sí, el respondí) Entonces no se te ocurra hablarme de provincias en tus escritos hasta cuando no hayas pasado unos buenos años allí, los mitos y esas cosas de los andes déjalos para otros. Tú escribe sobre lo que sabes, sobre lo que vives y punto. Aplicado a este caso sería: Filma sobre lo que te rodea, lo que respiras, lo que vives, fantasea solo sobre lo que conozcas no sobre lo que creas conocer.
Ciertamente, Adiastrid, depende bastante de la visión que tiene el creador sobre el tema; pero también inside cómo administra el desarrollo de la propuesta. En fin, me animó a compartir tu pensamiento, sobre escribir sobre lo que a uno realmente lo mueve. En este oficio de mentir (como siempre lo he dicho), hay que tener cierta honestidad.
saludos.
Creo que la propuesta de Claudia Llosa es honesta. La confusion surge cuando se quieren encontrar en “Madeinusa” cosas que no tiene. Y solo se trata de una fabulita sacrilega, un cuento de humor negro. No de una representacion del Ande.
Mi buen Rodrigo, lo de “fabulita sacrílega” me parece redondo. De acuerdo.
Un fuerte abrazo.
Nadie puede negar que la película “Madeinusa” tiene una deslumbrante fotografía, una excelente dirección artística, una muy buena banda sonora y encuadres muy bien construidos; pero lamentablemente no se puede decir lo mismo de la dramaturgia ni de la esencia misma de la historia que se nos quiere contar. Claudia Llosa tiene todo el derecho, como realizadora, a crear una situación (el tiempo santo) y un pueblo inexistentes, pero sólo si a través de esa ficción nos devela alguna verdad mucho más oscura, mucho más soterrada o mucho más impactante que la cotidiana. Ese recurso ha sido la esencia misma de la narrativa en Occidente durante miles de años. Esa es “La Verdad de las Mentiras” que ha sido descrita tan bien por su tío Mario Vargas Llosa. Tanto la buena ciencia ficción, como la satira, como el cine y la literatura fantásticos pueden mandar al traste “el sentido de la incredulidad” de los lectores o espectadores si es que al hacerlo están develando otra verdad mucho más misteriosa y desconcertante que las que vivimos a diario. Pero lamentablemente eso no sucede en “Madeinusa”. Después de ver la película uno se queda con la sensación de que la historia ha sido solo un pretexto para deslumbrarnos visualmente y que detrás de toda esa pirotecnia visual no hay nada. “Madeinusa” no logra conmovernos en absoluto, y no lo hace porque la realizadora ha privilegiado la imagen sobre la dramaturgia (entendiendo dramaturgia como la relación que existe entre el personaje y la acción) en lugar de buscar amalgamarlos. Es por eso que nunca llegamos a entender cuales son las motivaciones de su protagonista y mucho menos de las personas que la rodean. Peor aún, hay escenas totalmente gratuitas que no hacen sino perforar la ficción. El ejemplo más notable es la escena en la que Madeinusa, a solas con Salvador, le canta a éste una canción de amor en quechua. Es una escena totalmente impostada que está allí sólo por el evidente placer que siente Claudia Llosa en fotografiar a su protagonista. Pero más grave aún que esa perforación de la ficción es el hecho de que esa escena haga aún más inexplicable y desconcertante ese final en el que Madeinusa se convierte en verduga de su “Salvador”. Es evidente que Claudia Llosa no siente la menor simpatía por sus personajes masculinos. Tal como está narrada la historia los hombres no pasan de ser elementos de utilería: inmorales incestuosos, ladrones, borrachos o seres totalmente insulsos e inocuos como Salvador. Todos los seres humanos tenemos derecho a preferir un sexo sobre el otro, pero en un realizador esas preferencias se convierten en defectos cuando maltratan de manera tan lamentable la ficción que nos intentan contar.
No es sorprendente que buena parte de la crítica oficial se haya dejado cautivar por “Madeinusa”. Son los mismos críticos que pertenecen a la ya añeja tradición de la veterana revista de cine francesa “Cahiers du Cinema”, que en la decada de los sesenta, en el siglo pasado, se atrevió a considerar “La ventana indiscreta” de Alfred Hitchcock, como una de las mejores películas del mundo. Como confesó el mismo Hitchcock en innumerables entrevistas, la historia, en esa película, fue tan solo un pretexto para lucir una serie de gags visuales. Pero los tiempos en que vivió mister Hitchcock fueron sustancialmente distintos a los tiempos en que vivimos ahora. Hoy en día, los nuevos cinefilos, tenemos derecho a exigirles a los realizadores menos pirotecnias visuales y más historias que nos toquen, que nos conmuevan y que nos permitan reflexionar , más y mejor, sobre la sociedad y el mundo en el que vivimos.